viernes, 6 de enero de 2012

domingo, 1 de enero de 2012


Año de transformación y cambio en lo cotidiano.
Este tiempo nos presenta la inigualable oportunidad de elegir más concientemente cómo queremos vivir, de construir cada día de nuestra vida.

Así como la madre tierra nos muestra con hechos concretos  movimientos telúricos, erupciones, maremotos … que evidencian la transformación constante, también en cada uno de nosotros y en la sociedad podemos observar movimientos sísmicos de viejas estructuras que dejan de tener vigencia. El cambio se produce, entonces, en todos los niveles, en el macrocosmos tanto como en el microcosmos.

Lo que sí urge es observarse. El trabajo es intenso porque cada uno tiene la responsabilidad de elegir qué quiere construir para su vida y para el entramado de la humanidad y del universo.

Escucha tu corazón. Percibe sus rítmicos latidos. La vida está palpitando en ti. Hónrala. Cuídala. Es necesario que estés entero, digo, saludable en todos los aspectos, que generes esa salud naturalmente. 

Respirar concientemente; tomar agua suficiente, elegir alimentos saludables –en lo posible no transgénicos-, incorporando a la ingesta diaria, frutas, verduras, cereales, legumbres, semillas. Te das cuenta que la alimentación cambia. Elige concientemente con qué construir tu salud, tu cuerpo (con qué pensamientos, con qué palabras y actitudes). Y ese cuidado extiéndelo a la vida de tus congéneres, y a la de  todos los reinos, animal, vegetal, mineral. Es una actitud diferente la de este tiempo.

¿Recuerdas? En la vida cotidiana la tecnología  te facilita muchísimas comodidades, pero a veces, quedamos sutilmente sometidos  a ella y así se convierte en nuestra ama. Un ejemplo podría ser el televisor, que la mayoría de las personas tienen en su casa, y que se utiliza a través del control remoto. Ese sencillo aparato se fue instalando hasta ocupar hoy, en algunas familias, el lugar de un influyente integrante más, a tal punto que está en todos los ambientes. Su presencia predomina en los encuentros familiares  -y si bien es cierto que hay programas muy buenos, otros … no tanto. ¿Hasta dónde permitimos que se poluciones nuestro ambiente interno y el familiar?

¿Quién se anima a apagarlo para que la familia pueda compartir un encuentro, dialogar, escucharse? Se vuelve más importante el chimento del día –que varios canales reiteran una y otra vez- o la información que nos quieran mostrar, que nuestra vida misma.

¿Hasta dónde nos animamos a utilizar el control remoto para encenderlo o apagarlo por propia voluntad?, sin que él televisor imponga su presencia, encendido en varios ambientes de la casa y aunque aparentemente nadie lo mire ni escuche? Porque ya sabemos que el mensaje nos llega igual. ¿Hasta dónde aceptamos ser cautivos de otros intereses?. 

Es un simple ejemplo entre tantos, que pretende reflexionar sobre hasta dónde nos proponemos ejercer o fortalecer nuestra voluntad. Se trata de reconquistar la autonomía, el autodominio. ¿Lo dominamos o nos domina? ¿Somos dueños de nuestros tiempos? ¿Le dedicamos momentos de nuestra vida observando cómo viven otros, por ejemplo, en vez de dedicar ese tiempo a nosotros mismos? Cada cosa en su justo lugar.

Tiempo para distraerse, tiempo para el encuentro para si mismo y para con los otros, para el trabajo, el deporte… Tiempo para construir la nueva realidad que nos da la bienvenida de mil maneras.

Y en ese tiempo de reencuentro, de escucharnos descubrimos que podemos elegir restaurarnos, mantenernos, transformarnos… activar nuestra propia farmacia interior… co-crear, desde el aquí y el ahora.

¡Bienaventuranza en vuestras vidas!

¡Bienvenidos!, el nuevo tiempo ha llegado: El amor, la verdad, la solidaridad, el respeto, la libertad.

¡¡Qué bueno, transitarlo junto a ustedes!!  

¡Vamos! ¡A construir!